CONFERENCIA: Amor frívolo y sentimiento profundo

 “Puede existir un mundo con una humanidad mejor”
Presidente Pepe Mujica-Uruguay

          Quienes han tenido oportunidad de escuchar mis anteriores conferencias o leer mis libros sobre sexualidad adolescente conocen que las teorías que sustento buscan ser expresadas visualmente a través de una figura. La predominante ha sido la de un triángulo para expresar que el ser humano puede ascender, puede ser más inteligente y encontrar la utópica felicidad.
En mi libro “Vida, amor y sexualidad”, por ejemplo, el  triángulo  va  condensando el desarrollo de ideas como las que se  dan en el ejemplo anterior:
En este caso los niveles cerebrales que  atraviesa el ser humano desde el cerebro reptiliano, -común al de los reptiles- hasta ascender, pasando por el emocional, límbico, al superior, el neocórtex, pensante y reflexivo. En la figura de un triángulo se representa  el ascenso hacia niveles superiores, graficando también la superficie más poblada del primer estadio, que va disminuyendo ya que son menos los que llegan a la madurez del cerebro frontal o neocórtex.


“Un mundo con una humanidad mejor”, como dijo Mujica en la ONU, puede lograrse con una mayor concientización en el valor de la vida, del amor y de la sexualidad como expresión de sentimientos más profundos.
        Pues en este encuentro es lo que vengo a defender y, en mi afán de hacerlo más asequible utilizaré también visualizaciones que, como irán viendo, siguen ahora las formas de un círculo:

                                           
       Líneas que se juntan sin que se pueda precisar el origen. Lo unitivo, abrazador. Un círculo de contención que vuelve a la humanidad hacia sí misma, hacia el valor de encontrarse con lo que nace de un llamado auténtico de sí.

Por ahora, empezaré contándoles un episodio de hoy. Estaba trabajando esta mañana al lado de  mi ventana que da al jardín, que justamente levanta sus paredes en forma de un círculo ( o ) al que dan las ventanas de otros departamentos, cuando llegó a mis oídos una voz destemplada, levantada del tono natural. Presté atención curiosa, atraída por esa voz de joven mujer, que, entendí, hablaba por teléfono. Rescaté palabras como: “ya dejame de molestar, te dije que no, que no me interesa si me vas querer porque me acueste con vos… chau, dejame en paz”.
La joven descubrió mi mirada indiscreta- estoy en planta baja- y a los minutos, golpeó mi puerta. Me sorprendí, por cierto, sin embargo, y contra mis aprensiones iniciales, ella dijo llamarse Marisa y  que venía a pedirme auxilio.
Entre disculpas y justificaciones por hablar a los gritos en una ventana que da al patio central, explicó:
 -Me he enterado que Ud. escribe sobre educación sexual, estoy lejos de mi madre y necesito hablar con alguien, ¿puedo pasar?
          Por supuesto que le franqueé la entrada y di lugar a que iniciara lo que fue un ameno diálogo. -Perdone por los gritos, mi teléfono no funciona si no hablo en el exterior- se disculpó. Peleaba con mi novio, bueno, más vale decir pretendiente.
-Sí, me di cuenta…
          -Es que desde que bailé con él hace dos sábados, me persigue, diría que me acosa, quiere que lo reciba en mi departamento. Sabe que vivo sola, le he dicho que no, ahora fue directamente al grano, me gustás y sé que gustás de mí pero necesito saber si nos vamos a entender en la cama… Se imagina que lo mandé al diablo, será que mi mamá me ha puesto tanto miedo… Tengo una gran confusión y estoy sola en Córdoba, -repitió- ¿me puede ayudar, orientarme?, digo, porque, no sé si actúo bien o si estoy haciéndolo como una terrible prejuiciosa que se quedó en otro tiempo. Estoy realmente confundida…
Se imaginan que me dispuse a escucharla, ¡tenía tanto para decirle! Es verdad que escribo sobre educación sexual para el adolescente, eso es tan cierto como que lo hago porque tengo hijos que hubieran necesitado mayores y mejores diálogos con sus padres; es cierto que empecé a tratar el tema y a escribir cuando mis alumnos, miles que pasaron por mis clases de Lengua y Literatura, ponían tanta atención a mis recomendaciones, a lo que intenté les llegara como mensajes de la experiencia y, por cierto de mis propias lecturas que se fueron acrecentando porque es un tema de nunca acabar.
De esa manera, hablando, investigando y escribiendo para seguir la rueda sin fin en que me movía como profesora, madre y abuela fui escribiendo cinco libros de educación sexual sostienen firmes argumentos sobre un aspecto vital de la vida: amor unido a sexualidad y vida y una vida más elevada  unida a mayor claridad sobre lo que es el amor  y sexualidad…. (Un círculo sin fin).
 Pero lo mío no es provocar temor,  no.  Llevo las marcas de mi adolescencia: miedo, ignorancia y prohibición y amenazas para amedrentar. Que el novio te va a dejar, que los vecinos, que la confesión… ¡Así no sirve!
Mi mensaje es otro: los adolescentes deben conocer todo lo que necesiten saber sobre sexualidad, deben despejar las dudas que les plantee vivir en un clima erotizado, deben preguntarse, reflexionar para enfrentar su adolescencia vivida en un ambiente muy confuso y tan consumista como para transformar el sexo en un motivo de consumo más con las consecuencias conocidas:
Es la propia vida la que se consume, y no sólo hablamos de las enfermedades de transmisión sexual, no sólo de los embarazos indeseados, gravísimos males ambos, sino de la vida que se les acorta, de las posibilidades de crecimiento que se tronchan, del apresuramiento que conduce a uniones enfermizas, de hogares desdichados, y con ello de depresión, desorientación y una lamentable infelicidad que han ganado de manera alarmante a tantos individuos.
Los adolescentes deben aprender, con el convencimiento que da el conocer y reflexionar más,  a decir NO cuando la voz interna-que hay que aprender a escuchar-, así lo pide, aunque los amigos, el ambiente empujen a un gozar la vida ya que se desentiende de las consecuencias.
Con esos motivos en mis escritos y en mis deseos de ayudar queriendo saber más sobre las tribulaciones de mi joven vecina le pregunté:
-¿Tu negativa es producto de algún miedo, tal vez te lo transmitió tu mamá, o, a lo mejor tu negativa está fundada en tu convencimiento? ¿O tal vez sentís que el chico no te gusta, que no te interesa tener relaciones sexuales todavía?- iba tentando posibles respuestas, así que concluí diciéndole: Vos ya estudiás en la universidad de manera que debés haber madurado y sabrás decidir por vos misma.
-La verdad es que los “tené cuidado” de mi mamá no me alcanzaron cuando me separé de ella para venir a estudiar a Córdoba. Ya tengo una dolorosa experiencia. Ahora lo hago casi  convencida de que no debo volver a lo mismo, ¿cómo explicarlo?, en el fondo tengo una lucha, quiero decir no pero todas mis amigas tienen relaciones con sus novios, por ahí siento que voy a terminar diciéndole al primero que se presente: bueno, vení…
-Y ¿qué es lo que te detiene?
-Como le dije ya me quemé con fuego. Dejé entrar a un chico a las cuatro de la mañana después de bailar con él. Habíamos tomado mucho, estaba un poco mareada y me rendí, con curiosidad, casi con gusto. Pero… ¡qué chasco! Se la hago corta, se metió en mi cama, yo quería experimentar esto de hacer el amor, pero el chico…¡me hizo de todo! y yo lejos de sentir el mentado placer que dicen se siente, sentía asco, hasta tenía mal olor… y no lo podía correr de mi departamento, porque después del todo que me hizo se quedó dormido en mi cama y me tuve que ir a dormir a otro lado. Lo triste es lo que viene después. No podía evitar sentirme una basura, una cosa descartable, una porquería. No sabe cuánto lloré. Estaba sucia, manchada por dentro y por fuera.  
-Te dejaste ganar por el contagio. Es lo que pasa, ¿no? Entiendo que es por qué lo hiciste.
-Ya se lo dije, la bebida, mis amigas yéndose cada una por su lado con sus conquistas, yo sola, en brazos de un desconocido que me había sacado a bailar y me había encendido apretándome aquí y allá. Creo que enloquecí, hasta la música  emborracha. Todo contribuye.
-Sí parece que todo se confabula para que no se piense. Hay que armarse  de fuerza porque si no…
-Pero eso fue una vez. Ahora me pregunto: ¿Y si ahora dejé escapar al que podría haber sido el hombre de mi vida con mi negativa?
La tranquilicé con absoluta convicción, bien sabía yo que el argumento de “si me querés dame una prueba de amor” funciona a las mil maravillas, así que hablé, repito, bien segura:
-Si es el hombre de tu vida va a volver, va a insistir, te va a buscar hasta que te encuentre. Has hecho muy bien en negarte a tener relaciones con quien te está presionando. Tal vez sea el hombre de  tu vida pero una relación que empieza mal termina mal. Además, ¿creés realmente que puede sentir amor por vos una persona que recién te conoce? Yo no sé cómo algunas jóvenes se dejan llevar por semejante engaño.
           La charla siguió. Fue tan larga como lo que les transmitiré a ustedes, es decir le dije lo que paso a decirles a ustedes, lo que aprendí investigando, observando y escribiendo sobre el amor, sobre las edades que transitamos, sobre lo que significa el título de mi último libro “VIDA, AMOR Y SEXUALIDAD. TODO A SU TIEMPO”, pero poniendo el acento en un aspecto fundamental: La confusión existente entre el amor frívolo, sensualista, pasajero y el sexualista, arraigado en la madurez y por lo tanto, más profundo.
          Mientras charlábamos tomamos un té.








SOBRE EL AMOR
Volviendo al comienzo diré que, al hablar sobre el amor también
surge la figura de un círculo:
                                 
Lo mismo sucede cuando hablamos de sexualidad  ya que la sexualidad, la bien entendida, es una expresión del amor.
         El amor… ¡A cuánto desgaste se ha sometido la palabra! Por eso se ha generado tanta confusión. Básicamente  se puede definir por la necesidad de unión, por una fuerza que junta, porque el amor es el sentimiento que lleva a la integración y es dinámico y está en permanente crecimiento. El amor  envuelve a dos y al mismo tiempo a cada persona que lo siente y la impulsa a crecer, a ser más en el encuentro consigo mismo para lograr el mejor desarrollo.
          La palabra amor cuyo significado es el resultado de sumar “a”, que significa sin, con “mor”, que nombra a  muerte, es decir “sin muerte”, lleva a la unión con otro,  un hombre y una mujer, una persona con otra del mismo sexo,  un ser con una carrera, con una vocación, con un arte, lo que da a la vida un sentido y sentimiento de completud. El amor, que une, se opone a la desintegración. El amor es el motor, la rueda, que mueve la vida hacia la eternidad y  lleva a cada ser a encontrarse con el propio destino. El amor potencia, nos hace sentir fuertes y le da a la vida una profunda razón de ser.
          Entendido así decimos que se puede amar a un hijo, a un novio, a un esposo, a una profesión, a un arte o actividad que hace feliz, que da sentido de completud a la vida.
       Pero hemos confundido tan hermoso significado, hablamos de amor para nombrar enamoramiento, capricho, deseo de posesión, placer; hemos confundido la acción de amar con otras equivocadas como es la necesidad de compañía, y, -hoy más que nunca- con placer físico, y ésa es la causa de que muchas, demasiadas vidas, se hayan transformado en una pesadilla desde la consumación de relaciones sexuales que se tuvieron en su nombre, desde los hijos que se han tenido y se siguen teniendo sin desearlos, sin estar preparados y maduros, marcándolos con sentimientos de rechazo que generan individuos débiles, desconfiados, con escaso amor a la vida, sentimientos que se transmiten de generación a generación, (como veremos a lo largo de este encuentro).
Si no detenemos la repetición del equívoco con una buena reflexión sobre el tema, con una buena educación, se seguirán cometiendo los mismos yerros y se seguirá multiplicando la infelicidad humana, ya que existen muchos males derivados de confundir el significado de la palabra amor: desilusión, frustraciones, matrimonios rotos, divorcios, (la mitad de los que se casan) o violencia y etcéteras que ustedes conocen muy bien.
          Lo que nos permite dibujar en nuestra mente algo así como un círculo manchado y roto:
                      (Al que volveremos insistente y dolorosamente).
¿Acaso no lo vemos alrededor? No es necesario que la televisión y los medios gráficos brinden el pavoroso espectáculo de mujeres golpeadas, quemadas, asesinadas, o viceversa. Si echamos una mirada alrededor, en la familia, en los más cercanos, en los vecinos, también encontraremos los deshechos y estragos provocados por la confusión del sentimiento del amor.


¡Y sin embargo recién hace unos diez años se empieza a hablar y a escribir sobre el tema! ¡Cuánta tardanza, cuántas pérdidas, cuánto dolor y cuántos hijos nacidos en hogares  ganados por la mala convivencia, gritos, peleas, malos sentimientos y hasta violencia!
         Pero hablemos del amor mirando hacia adelante,  apreciemos el progreso de este siglo, tan vertiginoso pero tan diferente al pasado. Empecemos a transformarnos en mensajeros de un nuevo mensaje:
        Es vital, esencial que los adolescentes  sean educados en el amor, que sepan cuál es el bueno, que lo esperen sin contaminarse con la adición de lo que llaman amor y que es, simplemente, un deseo irrefrenable de repetir un acto que lleva a la violencia, al deseo de posesión, que despierta desconfianza y celos, y se ejecuta sin sentido de la  responsabilidad.
         Veamos, cuando se habla de “hacer el amor”, ¿de qué se habla?
         Muchos hacen el amor animados por el alcohol, es decir en estado  casi inconsciente, o contagiados o compitiendo con los otros, o erotizados por películas que los acaloran, o por palabras o por historias que se narran entre amigos. Entonces, de buenas a primeras, surge la invitación de ir a la cama  con quien se da la promesa de experimentar un gran placer ¡Qué chasco! Es  indiscutible que en las relaciones sexuales la naturaleza, la vida, Dios han puesto el mayor placer, pero el gran orgasmo está reservado para el que se entrega en plenitud, consciente de su acto y poniendo los sentidos, el corazón, los nervios, los músculos en una entrega que, por serlo, lleva al ser humano a una dimensión muy alta. En este último caso la expresión “hacer el amor” es genuina porque responde a un imperativo real.
          En cambio, cuando el acto sexual responde a la curiosidad y a tantas causas que ya nombramos, se instalan sentimientos negativos: miedo, vergüenza, arrepentimiento y rechazo por el otro y los participantes se terminan sintiendo objeto descartable de un momento de placer fugaz.

          En la escuela de hoy apenas se habla sobre esta realidad que tanto dolor y frustraciones causa; la escuela de hoy apenas se detiene en una instrucción sexual que muestra, -y lo hace bien- cómo usar los preservativos u otros medios para evitar enfermedades de transmisión sexual y embarazos.
         Se debiera dialogar de los malos vínculos que crecen en el desencuentro cuando, demasiado temprano, las parejas copulan o  conviven apenas ingresados a la adolescencia, unidos solamente por el sexo. Debiera hablarse de la adicción sexual que provoca tener relaciones prematuras que envician un centro energético básico como son los genitales; nada se dice de la necesidad de conocer al otro, de la búsqueda- entre tantos- de la persona adecuada, de la elección que se da primero por una súbita atracción que lleva al otro, atracción que crece o se apaga en el mutuo conocimiento  de la manera de ser del otro, de sus actitudes, de sus  sueños, de sus hábitos, de la proyección a un futuro que se preocupa o no por construir.
Se debiera reflexionar, por fin, sobre el cuidado mutuo,  sobre el respeto por lo que el otro es, de cultivar la empatía que crece en la amistad, el compañerismo, la confianza y, sobre todo los proyectos a ejecutar en el futuro.
        Un tema a tratar es lo potenciador- es decir cuánto anima a crecer- que es la amistad fundada en el respeto que nace cuando se ha esperado a la persona con la que se puede compartir, cuando existe una mutua admiración, simiente de un amor destinado a ser más profundo.
        Poco se les advierte a los adolescentes sobre la repercusión de la eclosión hormonal en su conducta, del acaloramiento que despierta la urgencia de buscar un novio o pareja y en el apresuramiento que lleva a confundir lo sensorial con un sentimiento maduro que hay que esperar porque llegará pasada la turbulencia  adolescente.
          De esto se debe hablar y hacerlo sin demagogia, sin temor a que la verdad mortifique el espíritu romántico y apresurado de los chicos y chicas. Evitaríamos así tanto desmadre de conductas conducidas por mensajes masivos, televisivos o de amigos y compañeros que van por el mundo, confundidos y que confunden a los demás.
         Para fortalecer y orientar conductas nada mejor que buscar buenos libros, autores especializados, reflexiones. Nada mejor que dialogar sobre el tema. Seguramente se evitarán situaciones penosas que provocan dolor en los miembros de una pareja.

         

Para hablar de este tema vital, - porque aporta a la comprensión profunda de la vida  y a cambios de conductas erróneas-, traemos la consideración de las energías de la vida.

   LAS ENERGÍAS DE LA VIDA

              Amor es vida Y LA VIDA ES ENERGÍA, FUERZA PARA CRECER.

Alexander Lowen, psiquiatra estadounidense, aporta la teoría de que en el desarrollo de toda vida, que es energía y movimiento, existe un ir hacia delante continuo, y es así porque hay una producción de energía sobrante, es decir un caudal superior al necesario para la supervivencia. Este exceso de energía explica el crecimiento, ya que la vida es un proceso de crecimiento y multiplicación. La vida nace, se expande, se extiende. La vida incluye los fenómenos de crecimiento y creatividad, el amor es la rueda que motoriza ese crecimiento, transmitiendo más fuerza, de manera que de la energía nace más energía.
El crecer da placer, por eso la alegría del niño ante sus logros que se van concretando con el tiempo que le permiten sentarse, parase, caminar, explorar el espacio yendo hacia la madurez en tanto desarrolla mas potencias.
El tema de la energía desemboca en el del placer.
¡Cuánto se habla, se desea se invoca el placer! ¿Qué es? ¿Cómo lo experimentamos? Dejemos establecido que el mayor placer  se encuentra en la sensación consciente de estar vivo. Por eso el placer está asociado a la sensación de bienestar  que surge cuando la integridad está asegurada, en su forma más simple el placer representa la realización sana de los procesos vitales del cuerpo.
Biológicamente el placer está vinculado al fenómeno del crecimiento que es la expresión cabal del proceso de la vida.  Crecemos incorporando el medio, lo que nos da el medio a nuestra vida: aire alimentos, sensaciones. Disfrutamos de la expansión y prolongación de nuestro ser, el aumento de nuestra fuerza, el desarrollo de la coordinación, de la capacidad de movernos y conquistar espacios, y de aumentar y mejorar las relaciones con los otros. Así nos enriquecemos, sumando experiencias con hambre de vida. He aquí una fuente de gran y auténtico placer.
La persona crecida, realizada, está iluminada, realmente iluminada por un aura especial que ha sido estudiada por Mesmer, Paracelso y Reich y los esposos Kirlian. El resplandor que se pintaba a los santos es la expresión del aura que tienen las personas realmente auto realizadas, sanas, llegadas su plenitud humana y en las que, la energía corporal, fluye sin tropiezos.
Sobre este tema, que es el de la fuerza energética, trabaja en la Argentina María Stella Marusso, Directora de la Fundación Salud de Buenos Aires. Especialista en psiconeuroendocrinoinmunología (la palabra más larga que haya encontrado y escrito)  y Tanatóloga, Marusso advierte que cuando la persona está sana la energía fluye, alimenta y hace crecer; cuando se estanca en algún centro se produce la enfermedad, el malestar, fuente de las más graves dolencias.
Marusso habla de los centros energéticos distribuidos en el cuerpo, algo así como usinas por donde fluye la energía a las que llama vórtices o chacras.
 A fin de que conozcan más sobre este tema que introduce una mirada holística- es decir totalizadora del cuerpo y la mente- les adjunto los siguientes datos que transmite Marusso en sus cursos sobre estos centros, además de una imagen que visualiza el tránsito circular de la energía alrededor del cuerpo (lo hace a través de las cámaras Kirlian):



Esta es una representación de los centros, vórtices o chacras rodeados por una especie de luz que rodea el cuerpo y que traigo acá para quienes deseen conocer más:
      Chacra Raíz o Muladhara
       Es el primer chacra, está situado en la base de la columna vertebral, entre el ano y los órganos sexuales. Está relacionado con la cantidad de energía física que poseemos y con el deseo de vivir en la realidad física.
Se lo denomina también Centro Coccígeo, y actúa como bomba de energía que ayuda a encausar el flujo energético hacia arriba por la columna vertebral.
       Es el chakra de la pulsión de vida, de la energía primaria, y como es fundamental que funcione adecuadamente para que una persona esté sana y contenta, se lo llama también el chakra Base. Tiene que ver con nuestra existencia en la tierra y nuestra supervivencia (alimento, aire, agua, techo, trabajo, deseos, ideales, capacidad de lucha por la realización de los ideales)
Suministra la energía que necesitan los centros restantes para establecer contacto con el entorno.

       Chakra Sacro o Svadhistana
       Es el segundo chacra, está ubicado por encima de los genitales y ligado al hueso sacro. Está relacionado con nuestra calidad de amor hacia el sexo opuesto, con la capacidad de dar y recibir placer, con la cantidad de energía sexual, con la búsqueda creativa del placer material, el gusto por las cosas bellas, por el arte, por las relaciones con otros individuos, apertura a cosas nuevas, a la creatividad.
Este centro, en el cuerpo se dirige hacia los órganos reproductores; sus glándulas correspondientes son los ovarios en las mujeres, y los testículos y próstata, en los hombres.
    
     Chakra Plexo Solar o Manipura
     Se localiza en la región del diafragma, un poco por encima del estómago, ligeramente a la izquierda. Está abierto por delante y también tiene un vórtice posterior.
       Este chakra expresa la individualidad, la consciencia de ocupar un lugar único, insustituible que a su vez es parte de un todo. Es un centro importante en cuanto a capacidad de conexión humana. Tiene que ver con el poder, con la auto  aceptación, este chacra es el que más se relaciona con el ego, y absorbe mucha energía de los dos primeros chacras.
    Se corresponde con el páncreas, cuya función es la transformación y la digestión de los alimentos y regula el azúcar en sangre. Este chakra dirige el estómago, la musculatura abdominal, el hígado, la vesícula, el bazo y el páncreas.
  
     Chacra Cardíaco o Anahata
     Se localiza en la parte superior del pecho, en la región del corazón. Está abierto por delante y posee un vórtice posterior.
Representa el amor incondicional, nos conecta con la capacidad de dar amor sin esperar nada a cambio, aceptando los aspectos positivos como los negativos. Nos permite darle un sentido positivo a nuestra existencia. Está en el medio, y hace de puente que transfiere energía de los chakras inferiores y superiores.

      Chacra Laríngeo o Vishuda
    Se localiza en la mitad de la garganta, cerca de la "nuez de Adán". Abierto por delante y con un vòrtice por la parte posterior.
     Es el chakra de la comunicación, de la creatividad, del sonido, de la vibración, y de la capacidad de recibir y asimilar. Es el chakra de la comunicación externa y el comienzo de la comunicación interna y la autoexpresión. Tiene que ver con el lugar del yo en la sociedad, con el vínculo de la persona con su profesión.
     Centro Entrecejo o Ajna
     Al sexto chara se lo conoce como el tercer ojo, localizado a la mitad de la frente, entre las cejas, un poco por encima del nivel de los ojos. Está abierto por delante y tiene un vórtice posterior.
    Es el chakra de los sentidos, asociado a la intuición. Está relacionado con la capacidad de visualizar y comprender los conceptos mentales, incluso los conceptos de la realidad y el Universo; se relaciona con la puesta en práctica de ideas creativas (la parte posterior del chakra), percepción, conocimiento y liderazgo.
     Es el responsable de la parte superior de la cabeza (encima de la nariz), parte craneal, ojos, oídos.
Ubicado en lo alto de la cabeza, en la coronilla. Está abierto por arriba, con un único vórtice. Tiene una forma diferente a los demás chacras, con intensas radiaciones luminosas y traslúcidas.
     Es el centro de la espiritualidad, la luz del conocimiento y consciencia, visión global del Universo, nuestro camino de crecimiento, con él podemos alcanzar la serenidad espiritual y la completa consciencia universal. Representa la comprensión y el contacto con energías superiores. El eslabón entre la mente espiritual y el cerebro físico, que se relaciona con nuestro ser completo y con la Realidad Cósmica.

Es importante incorporar estos nuevos aportes científicos  que ayudan a entender cómo en la persona sana y equilibrada física y psíquicamente se da un flujo natural de la energía a través de usinas vitales, cómo el uso exacerbado, anticipado  de los genitales y hasta lo contrario, la represión sexual cuando la persona ha llegado a la edad reproductiva, perturban el funcionamiento de los chacras o vórtices superiores, impidiendo la lucidez o el chacra de la expresión y también enfermedades como el cáncer.

                       

Los bloqueos energéticos, verdaderos nudos energéticos generados por emociones negativas, se fijan antes que nada y con bastante intensidad en los chacras, provocando “atascos”, que tienen como resultado que las energías no fluyan, despojándonos del estado de armonía.
Cuando los vórtices están congestionados, no pueden irradiar la energía de manera correcta, teniendo que hacer una actividad exagerada, para mantener las energías a niveles satisfactorios.
Se ha estudiado, también la interrelación entre los chacras de manera que la perturbación de uno afecta  aquello con el que está relacionado: Por ejemplo una persona adicta al sexo opaca su lucidez, su capacidad de ver con claridad.

Conocer estas investigaciones de última generación aporta a entender, ciertamente, la diferencia fundamental entre cultivar un amor sexual, profundamente sentido, propio de las personas sanas y dueñas de una energía natural y fluida, en contraste con quienes se inclinan a vivir un amor frívolo, transitorio y fugaz, propio de quienes no han encontrado su equilibrio vital.
                                      
Por otro lado, las investigaciones de Wilheim Reich mostraron que en los animales más desarrollados la energía sobrante se descarga en la función sexual. Esta descarga se produce cuando la maduración se ha completado, por lo tanto llegar a la madurez significa que ya no se utiliza el sobrante para crecer sino para la función sexual, ya que así como “adolescente” significa el que está creciendo”, adulto, participio del mismo verbo “adoleceré”,  significa “el que ya creció”.
Y es cuando el individuo ya creció cuando puede entregarse a la fusión del acto sexual. Éste, -el acto sexual-  se produce  después de la atracción mutua, de la excitación que aumenta en la espera, cuando dos que se encuentran superan la instancia de la atracción química para dar lugar a la empatía que nace del conocimiento y cuidados mutuos, y la responsabilidad de los actos comunes.  Entonces, el acto sexual es una reacción convulsiva positiva, sana, renovadora en cada individuo. Cuando se produce la reproducción se añade algo nuevo, un individuo diferente.
La evolución y el crecimiento de cada individuo son el testimonio de que la vida es un proceso hacia una mayor organización y hacia un aumento de energía “- Dice Alexandre Lowen, el psiquiatra norteamericano cuyas ideas venimos siguiendo.
              

 Y en las buenas relaciones de pareja las energías se unen y suman en una sola mucho más potente.


EL AMOR EN EL PROCESO DE LA VIDA

Seguimos rodeando el círculo y llegamos al embarazo:

 En las formas redondas de la madre, en la redondez de su vientre se prende una nueva vida. Y entonces surge el mayor amor, -cuando hay amor, cuando la madre puede transmitirlo-: El amor materno.


 Es ese amor el que nutre, envuelve, cuida y protege durante nueve meses dando todo de sí. Al hablar de amor materno surge fácilmente en nuestra imaginación una figura que abraza y protege, que da calor, que contiene y crece hasta abarcarlo todo.    Se vuelve al círculo.
La madre puede amar o no a su hijo, lo amará si ese fruto se gestó en una buena unión de amor, si lo espera desde la abundancia del amor que ella misma recibió de su madre y luego de su pareja. Si es una madre madura.
El amor materno cobija, cuida, acerca, transmite la tibieza del propio cuerpo porque la madre sana, al amar,  es una dadora desinteresada que sólo quiere la salud de su bebé. De esa manera, el hijo alimentado por la fuerza nutricia del amor, crecerá sano y confiado, fortaleciéndose aún más en el mamar, en la cercanía y fusión de sus labios con el pezón materno, generando así la necesaria confianza y autoestima que han de ayudarlo en todo el desarrollo de su vida futura.
 Hijos bien amados, deseados, son vida dispuesta al desarrollo y la integridad por lo que volvemos, nuevamente,  a la forma del círculo.
Lo contrario sucede cuando no se ha recibido suficiente amor.
Sobre este tema Lowen dice en “Amor y orgasmo”:
“Durante la fase oral de su desarrollo el niño se encuentra en el extremo receptor y la madre en el extremo dador de la relación. En esta fase el niño se llena con el suministro que necesita para crecer y madurar: amor, comida, atención, contacto, juego. Puesto que el patrón de crecimiento del niño es de la cabeza hacia abajo, la carencia de estos suministros básicos tendrá consecuencias sobre las funciones de la parte inferior del cuerpo, las piernas y los genitales que son los que determinan la independencia y madurez del organismo, incluyendo las funciones sexuales. Los psiquiatras encontraron que éstas son precisamente las funciones deterioradas en el individuo oralmente carente”.
 La madre angustiada, la que no quiere tener al hijo, la que no ha desarrollado una potente autoestima porque careció del amor materno o porque no se siente amada por su pareja, le transmite al niño el mensaje de su desamor, de su inconformidad.
 Esa madre no ha crecido y no puede dar seguridad. Así lo indican los estudios de Stalisnaff Grof que ha investigado sobre los mensajes que recibe el feto en el vientre materno: “La vida es hermosa y te espero con amor” o (¡Cuánta pena produce reproducirlos!): “No quiero tenerte, no estoy preparada, pero si apenas puedo con mi adolescencia. No, no te deseo, hijo, aunque no me atrevo a abortarte y sé que nacerás”.
Pensamos, entonces, en un círculo roto…
 Erich Fromm hablaba de la madre que da leche con amor a la vida y transmite del mensaje que le dicta el placer de estar plenamente viva, contrapuesta a las que padecen estados dolorosos y transmiten una sensación de ruptura, desarmonía, de rechazo, de falta de cobijo.


Durante la niñez.

Ascendiendo en las etapas de la vida llegamos  a la instancia de la niñez, podemos decir que, así como en la primera etapa de la evolución, el hombre se sintió una sola cosa con el universo, el niño se percibe como uno solo con la madre, con los padres, con la familia.
 Como al comienzo de la vida, como el primer Adán, como los animales el niño vive en un estado paradisíaco, y así como el hombre tomó conciencia de “su desnudez”,  y desobedeció, así como se dio cuenta de su individualidad y buscó su diferenciación, es en la pubertad con los cambios físicos que trae la eclosión hormonal cuando la atención del individuo se vuelve hacia sí, cuando el individuo despierta.
En la adolescencia la vida pone al individuo frente a sí mismo, los cambios de su cuerpo lo llaman a romper el círculo y busca nuevas relaciones extra muros. Los sentimientos son ambivalentes  por un lado ha de vérselas solo y  por otro ha de refugiarse en sus amigos buscando cerrar el círculo protector de la pertenencia. Es decir crea su propio mundo de relaciones.  
Los adolescentes, entonces, en la ambivalencia de sus sentimientos de soledad y necesidad de completarse,  se refugian en sus tribus, en las barras. Por eso en los multitudinarios conciertos son una sola voz y ritmo. El sentimiento de individuación desaparece y con ello la angustia de sentirse aislado.
Se cumple de esa manera un  proceso muy primario: los organismos primitivos se sienten parte de su entorno, los animales, los bebés. Cuanto el individuo más se funde con la manada más pierde su personalidad individual. Por contraste cuanto más se desarrolla, más se separa de la masa y busca personas con una clara identidad, personalidad, individuación.
           Así se llega a la madurez.
          Las personas maduras se sienten íntegras, son autónomas. Son una unidad en sí mismas. Además van tras una meta, una carrera, un oficio,  un trabajo que les da sentido de permanencia y afirma- o no- su auto realización personal. Entonces, todas las energías que estaban destinadas al crecimiento se encaminan a su sexualidad, esto quiere decir a su actividad de búsqueda de pareja.
Ahora, ya unidad en sí misma, el ser humano vuelve a la angustia de sentir su soledad.
              El individuo, que en la adolescencia se ha sentido integrado a un grupo y ha iniciado el camino de su propia individuación, va al encuentro de la sexualidad plena, que es una experiencia de promoción de vida, para sí mismo y para la especie.
El deseo sexual, además de ser una urgencia de cercanía con otro organismo, es un deseo de autocompletarse. En la unión sexual el ser humano se siente completo.
 Recordamos el mito de Platón que describe al andrógino como un ser con dos cabezas unidas a un mismo tronco, dos brazos, dos piernas, recordemos que esta conformación lo hacía más rápido, hábil, inteligente y que por ser tan listo provocó la ira de los dioses que lo partieron en dos: los sexos. Géneros que se buscan para unirse, para volver a ser tan potentes. También recordamos  que Eva fue creada para que Adán no esté solo.
Uno de los motivos que encierra el mito del andrógino es el tránsito de la unidad a la dualidad, es decir de la coincidencia de los opuestos, muestra el conflicto de los opuestos que queda superada por el misterio de la conjunción, es decir la reintegración del ser en un estado primordial.
De ahí que la sexualidad es sagrada para diversas tradiciones.

Pero insistiendo con la teoría de Lowen volvemos a decir que las fuerzas que le permitieron crecer, ya cumplida su tarea, se dan ahora a la actividad sexual. Es su tiempo.
La actividad sexual es una expresión del amor y así debe considerarse.
La sexualidad, es decir la fusión con el otro a través de lo que la naturaleza ha puesto a su servicio para lograrlo, (labios para besar, brazos y manos para acariciar, piernas para envolver y genitales para conectar y una sensibilidad en su mejor punto), le ofrece una posible  renovación física y renacimiento psicológico. Por lo que podemos afirmar que:
La sexualidad es una experiencia de promoción de vida, para el individuo y para la especie.
El amor es la respuesta al sentimiento de soledad porque la vida crea dos fuerzas: una tendiente a la individualidad y la estructuración (Yo me formo) y otra dirigida a la fusión. La sexualidad es la fuerza que lleva a la cercanía, identificación y unión con el otro que representa el mundo.
Los sentimientos se pueden definir en términos de movimiento y excitación, que son estados energéticos como lo es el impulso sexual que depende de un exceso de energía en el organismo, es decir más de la necesaria para la supervivencia biológica.
    Mientras el proceso de vida produzca la energía sobrante para alimentar el impulso sexual no aparece la muerte natural.
(Hasta acá hemos seguido el proceso en círculo de la vida, el amor y la sexualidad. Ahora hablaremos de lo opuesto):

La  frivolidad  en el amor.


Cuando hablamos de madurez, de necesidad de fusión con otro hablamos  de formación de vínculos.
Y lo hacemos distinguiendo la etapa madura del hombre.   Pero, ¿son los años cumplidos los que determinan la madurez humana? Creemos que no. Por cierto los años acompañan etapas y procesos de cambio pero no garantizan un pasaje seguro a la madurez.
           Los sentimientos profundos exigen maduración. Hablar de madurez supone relacionar con los estudios científicos que hablan de los procesos cerebrales, (muy recientes), que han llegado a determinar de qué manera el cerebro reptiliano, límbico y neocórtex  se relacionan entre sí y llegan a trabajar armónicamente cuando la mielina- cobertura que los va cubriendo- llega al final de su trabajo conectivo,  proceso que se da ya pasada la adolescencia.
              Distinguimos la sexualidad como expresión de un amor maduro y la sensualidad y frivolidad amorosa como la relación que se satisface con la percepción de sensaciones, que es lo propio de la etapa adolescente y se da en la relación del enamoramiento.
              ¿Cuál es la diferencia? Tal vez sea necesario recordar la historia de mi vecina con la que inicié este encuentro.
El sentimiento frívolo, pasajero, inestable, inseguro se opone a la sexualidad porque se transforma en un fin en sí mismo, como lo son las entregas a otro sin amor, la cosificación del acto, el uso de elementos artificiales, la entrega a orgías que no llegan a la satisfacción sino a una experiencia vacía, al agotamiento y estupor que puede sentir quien se emborracha puesto que el final de la sexualidad ha sido denegado a favor de una visión pervertida de la excitación sexual.
          Limitada a los sentidos, este tipo de relación es superficial. Fragmenta lo exterior de lo interior, el goce de los sentimientos que es lo que canaliza la sexualidad, por eso la sensualidad tiende a la promiscuidad, al “con cualquiera me da lo mismo”, y la permanente búsqueda de experiencias nuevas.
Según los estudios psicológicos y psiquiátricos últimos. el sensualista suele ser una persona “poco viva”, en el sentido que no actúa impulsada por motivos internos de excitación. Pertenecen a este tipo humano personas aburridas, tediosas a las que el sexo las saca fugazmente de su estado. 
Estos seres utilizan el sexo sin tener en cuenta los sentimientos del otro, se estimulan para el acto y suelen usar alcohol o drogas o videos eróticos para despertar el deseo, es decir recurren a una estimulación externa.
Y, como venimos viendo, su actitud y tendencia deviene de una fijación en la fase oral de su desarrollo debida a carencias o sobreabundancias.

      Insistimos en las causas:

     La privación oral, la falta de cariño,  de presencia materna, del amor dador de la madre y su contacto corporal  crea insatisfacción, por eso en el ser adulto se dan las tendencias orales, la necesidad de calmar ansiedades  por eso surge el comer de más o la adicción al tabaco, al alcohol, a la pasividad, a la necesidad de sobre estimulación erótica.
Por otro lado, la madre sobre indulgente, la que se rinde ante las demandas del niño por su propio estado de ansiedad, también genera una personalidad deficitaria. Esta madre es sobre protectora y restrictiva, crea una dependencia que socava el proceso de maduración e independencia del hijo. Sofoca y produce un individuo inmaduro que no tiene impulso agresivo de hacer las cosas  y autosatisfacerse, tiene una manera pasiva de experimentar placer. Por lo tanto se queda en el estadio del sensualista.
Lo que debemos destacar es que las relaciones entre personas sensualistas siempre terminan en la separación.


El amor profundo

Dijimos que la madre, la que ama a través de su salud y madurez es la expresión cabal del amor. El suyo es un amor desinteresado, no ama por necesidad como el niño que, estando en el extremo de sus sentimientos, ama porque necesita (Según Erich Fromm).
El que ama profundamente es autónomo, se vale por sí mismo. No tiene miedo de poner sus energías al servicio de sus deseos. Por eso para amar profundamente hay que haber madurado el cuerpo y la mente. El individuo sexual puede sentir el amor profundo, (en contraste con el sensual), es el capaz de mantenerse por sus propios medios y de actuar acordemente a sus metas y necesidades. No tiene miedo de movilizar su energía tras lo que considera bueno y constructivo para el desarrollo progresivo de sí mismo. Una persona sana, así de sana,  tiene ternura en la entrega sin caer en la actitud mecánica y fría, miedosa y replegada, mezquina y rígida en que cae la personalidad sensualista.
Además el suyo, es un amor  consciente.
Para entender este último aspecto, el de ser consciente en el acto de amar comparemos los animales con los hombres:
Observaremos los animales que están en el extremo inferior del desarrollo, las amebas:
Las amebas son seres unicelulares que, reproduciéndose por miles y pudiendo llegar a una multiplicación infinita, llevan en sí el germen de la inmortalidad. Si las condiciones exteriores les son favorables su vida no terminará jamás.
          (Así lo revelan quienes se han dedicado por décadas a seguir su proceso de crecimiento). Pues lo destacable en estos seres es que a tanta inmortalidad se  corresponde un total desconocimiento de sí, una total  inconsciencia de su existencia y por lo tanto del valor de su vida.
          Marcamos la oposición extremosa de estos animales inferiores con el ser humano diciendo que unas y otro están en las antípodas.
         Subidos al punto más alto conocido en la pirámide del crecimiento de los seres vivos, nos llamamos humanos y llegamos  a serlo en la medida gradual en que adquirimos conciencia de nuestra individualidad, de la vida que sostenemos y de la misión que venimos a cumplir.
          Y eso depende del grado de conciencia sobre nuestra existencia que, educación mediante, desarrollemos.
          Lo cierto es que en la gran masa de la especie a la que pertenecemos, hay tantas escalas  y tantos matices como para establecer que  existen grados que abarcan desde las  grandes masas humanas que  hacen su vida como las amebas protegidas pero inconscientes,  en tanto otras se van independizando por el despertar gradual de la individuación (del que tanto hablamos),hasta llegar a asumir la responsabilidad personal en la conducción de la propia vida y comprometerse en el crecimiento y realización personal.
  Acá rompemos con el círculo
          Pero como el crecimiento de la masa humana es desigual lo podemos representar con las formas de una pirámide que pone en la base a los más y se va disminuyendo la superficie hasta llegar a los menos, a los más responsables, conscientes y trabajados interiormente como para sumirse y hacerse cargo de su destino.
    Esto coincide con otras pirámides como la de Maslow que han prestado su forma para representar el ascenso del ser humano en el desarrollo y cumplimiento de sus necesidades básicas hasta el logro de la autorrealización personal.

EDUCACIÓN

Pues bien, todo este proceso, del que a veces no tenemos noticias, se hace consciente mediante la educación, la lectura, la participación también consciente en el proceso sobre cuya observación pueden llamar la atención los que estudian el tema y transmiten los adultos a los menores. 
          Repasamos lo que sucede en la evolución histórica de la especie:
          No siempre los humanos estuvimos en un rango tan alto. No todos los hombres, sino más bien unas minorías, pueden lograrlo.
En el paraíso que el hombre perdió por desobedecer, el hombre vivía susbsumido en la inconsciencia de sí. Era un animal más gozando de bienes que lo protegían y cuidaban como a una parte más de un todo, como a un niño, desvalido, sin conciencia de sí.
          Llegó para Adán y Eva después la prohibición de la fruta y la serpiente, y el árbol del bien y del mal y la conciencia de que eran diferentes, de que estaban desnudos, de que tenían sexo, de su individuación.
        Como vemos también en la historia de la especie humana se pasa gradualmente de la sobreprotección a la intemperie. De no saber nada de uno mismo, a la observación del uno, a la contemplación del cuerpo, de los grados infinitos de conciencia, del propio valor.
          Y, como dicen los psiquiatras que estudian el tema, a mayor sentido y crecimiento en esa individuación, en ese ser distinto que se asume y cumple con su autorrealización, mayor sentimiento de diferenciación, mayor apartamiento de la masa.
   La educación interviene en la maduración del proceso, a mayores avisos, palabras, reflexiones, lecturas, mayor alerta, atención, valoración.
      Por eso volver la mirada hacia el hecho de que evolucionamos, crecemos a partir de un sexo con el que nacimos y un rol genérico con que nos envistió la cultura y la sociedad familiar y cultural es fundamental en educación sexual.
        No existe verdadera sexualidad con miedo interno. La sexualidad exige donación de sí mismo y para llegar a esa actitud el individuo debe estar completo en su ser por lo que reiteramos que el acto sexual no debiera ser una maniobra para compensar debilidades o miedos.

REMARCAMOS QUE EN ESTE CONTEXTO:

          La adolescencia es la etapa del apasionamiento vital -y así debe ser vivida- en que se exploran fantasías a la par que  el individuo se explora a sí mismo.
       Es un período de ensayo, una plataforma para aprender  a desempeñarse sexualmente en el acto sexual que une a  dos en fases posteriores y la masturbación es parte de una práctica que alivia la tensión, es una experiencia inocua que genera autoconfianza y dominio de los impulsos.
      Eso es la adolescencia: ensayo, prueba, sabiendo que se pisa un terreno sembrado de explosivos, de peligros y consecuencias que marcan toda la vida futura.
        Y estas palabras no intentan poner ningún miedo, solamente quieren avisar porque (lo he repetido varias veces siguiendo a Don Quijote) “El que está avisado está armado”.
         Sin embargo los adolescentes de hoy, en lugar  de reflexionar y dialogar y pedir asesoramiento a quienes estudian sobre su edad dentro del ciclo de desarrollo humano, tienen enfocado su mayor interés y atención por la nota que les va a poner su pareja en rendimiento sexual. El resultado es, cultivo de relaciones fugaces y tan equivocadas en la misma medida en que lo único que se busca es el placer, y como éste se termina, en la repetición compulsiva del placer, lo que termina generando frustración y pérdida de la autoestima, del rumbo de la vida.
              La vida amorosa actual  está invadida por la “coitocracia” Esto significa que esta era de erotización lleva a que, cada vez más temprano, el ser humano quiera experimentar el acto sexual, por eso existe un apresuramiento que genera más confusión, más dolor, más embarazos no deseados, más hijos mal atendidos, menos educación, una masa multiplicada de personas que quedan paralizadas en niveles de escaso desarrollo y lo van transmitiendo a las generaciones sucesivas.
          Así, la pirámide del crecimiento humano crece en su base: más habitantes pueblan el primer estadio, es decir se abastecen y satisfacen con lo básico que es alimentarse, descansar, copular, en tanto escasean los que llevan la especie hacia estadios humanos superiores y son una minoría los  que marchan conscientemente hacia un hombre superior, consciente y responsable de su autorrealización y de la superación del hombre cósmico.
       Por eso la educación, los proyectos educativos de nuestro país, tienen una gran deuda: poner como su más alto objetivo que cada vez más individuos alcancen niveles de vida más altos a través del conocimiento y su propia decisión y no de la entrega multitudinaria de preservativos que, si bien pueden prevenir embarazos no deseados y también enfermedades, se limitan a invitar al ejercicio devastador  del sexo frívolo y cada vez más temprano.

                                    GLADYS SEPPI FERNÁNDEZ


Esta conferencia se dio en la Feria del libro ( 8/9/12), Biblioteca Córdoba de la ciudad de Córdoba.


No hay comentarios:

Publicar un comentario