LA DESCRIPCIÓN.


    Un escenario nos impresiona. ¿ Podremos retener el instante de la contemplación y lo contemplado  en la memoria para siempre?
Tal vez las palabras puedan.

  
       Describir es pintar con palabras, caracterizando personas, objetos, animales, ambientes, paisajes, etc.
     En el libro del método Seppi aparece representada  con el siguiente esquema básico: 

        Es decir un cuadro en el que se ubican los ideografismos que cada lector crea representando presencias, tiempo, y elementos que configuran el ambiente descripto.
    Suelen encontrarse descripciones en la trama de las narraciones, en las novelas, en crónicas, etc, o formando una  unidad cuyo  objeto es detallar características de algo o alguien.
      
         Ante un rostro, ante una persona, ante un elemento, ante un ambiente que deseamos o necesitamos retener para siempre, o simplemente transmitir, nace la posibilidad de describir: Entonces aparece  el recurso de las  palabras.
          De esa manera ante un atardecer, por ejemplo, surge la inquietud:
   ¿Cómo guardar para siempre esta  conjunción única  de su colorido, el efecto de la luz  sobre los techos, el capricho de las nubes y sus vuelos? ¿Cómo hacer que ese cuadro no muera, y que permanezca, además, lo que siento frente a él?
          No hay medio técnico capaz de mostrarlo en su totalidad vivencial.
   Y ni la cámara fotográfica, ni aún  la poderosa filmadora podrán penetrar en las entrañas del momento.
¡   ¡Tanta vida vibra en un cuadro ¡

   Pero ahí están las palabras ofreciendo su armoniosa y fiel adecuación, sus matices, sus coloridos, sus significados.
    Y  está esta herramienta de comprensión para crear figuras simples que representen las imágenes que las palabras despiertan en la imaginación y sentimientos del lector.
     Ejemplos:

                                            EL POZO

     “El pozo, Platero,...¡ qué palabra tan honda, tan verdinegra, tan fresca, tan sonora!
      Parece que es la palabra la que taladra, girando, la tierra oscura hasta llegar al agua. /
      Mira: la higuera adorna y desbarata el brocal.
   Dentro, al alcance de la mano, ha abierto, entre los ladrillos con verdín, una flor azul de olor penetrante.
      Una golondrina tiene, más abajo, el nido. /
     Luego, tras un pórtico de sombra fría, hay un palacio de esmeralda y un lago que, al arrojarle una piedra a su quietud, se enfada y gruñe. Y  el cielo al fin.
    La noche entra y la luna se inflama allá en el fondo, adornada de volubles estrellas. /
     Por los caminos se ha ido la vida a lo lejos, por el pozo se escapa el alma , a lo hondo.
    ¡Oh laberinto quieto y mágico, parque umbrío y fragante, magnético salón encantado ! /
     Oye, Platero, si algún día me echo a este pozo, no será por matarme, créelo, sino por coger más pronto las estrellas.
       Platero rebuzna sediento y anhelante. 
     Del pozo sale, asustada, revuelta y silenciosa, una golondrina.Vamos,Platero...”                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              
         Una bella composición que cada uno puede visualizar de diferente manera.

   La página "El pozo" del libro "Platero y yo" ha dado lugar entre muchas otras y diferentes representaciones a la que realizó Leandro V. 



    Y que le permite a este alumno explicar así:

   En el 1er. apartado, que se extiende hasta la palabra “agua”, el autor, que aparece frente al pozo acompañado por Platero ( P ) como testigo,  se detiene en el significado de la palabra, cuya profundidad parece llegar hasta el agua, en forma de taladro que cava en su profundidad.

   En el segundo, 2, describe lo que encuentra en las paredes del pozo desde arriba hacia abajo, hasta llegar a la  expresión: “el nido”. Predomina la  presencia de elementos.  ( O ).

    En el 3, Juan Ramón parece sumergirse desde la extensión del paisaje  en la profundidad de las aguas.

    Allí, su alma lírica une todas las dimensiones, que representamos con tres líneas. Las estrellas reflejadas en el espejo de las aguas lo llevan al colmo de su exaltación: “si algún día me echo a este pozo...”

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