Felicidad, ¿una palabra posible?

 00:06 08/03/2014
"La felicidad no está en vivir, sino en saber vivir".
Diego de Saavedra Fajardo

GLADYS SEPPI FERNÁNDEZ (*)
Desde hace muy poco tiempo, apenas unas decenas de años, la posibilidad de lograr la felicidad en esta vida y en la tierra ha llegado para alegrarnos y encendernos de un sano optimismo. La felicidad existe, claro que sí, y es posible aquí, en la vida terrenal.

De este tema, trascendental y objeto permanente de las supremas búsquedas humanas, hasta hace muy poco no se hablaba y menos científicamente.

Ahora son varios los autores especialistas que dirigen sus investigaciones a la felicidad. Investigadores como Martín Seligman, Eduardo Punset y otros de sobresalientes universidades del mundo, especialmente de Estados Unidos, nos desafían a buscar la felicidad en esta vida, transformándola en motivo de sus estudios desde no hace más de tres décadas y acercándonos conceptos que permiten poner en claro su esencia para que pueda ser alcanzada dando el merecido esplendor a nuestras vidas.

Por cierto, lo primero que debemos tener claro es: ¿qué es ser feliz? Lo que lleva a otras preguntas: ¿acaso ser feliz es colmarse de placeres, de cosas, como nos hace creer el hedonismo reinante sumado a lo que dicta la sociedad de consumo?; ¿es darse los gustos y tomar y hacer uso de todo lo apetecible?

Dando una primera respuesta decimos que los expertos coinciden en definir la felicidad como un estado de plenitud de vida, satisfacción, conformidad y sentido de la propia existencia, asumida con madurez y responsabilidad, lo que alejaría el estado de depresión, ansiedad e insatisfacción que gana el ánimo de personas que, a pesar de tener lo esencial y aun mucho más, siguen insatisfechas.

La vida es, para este enfoque, una construcción que empieza en la concepción, en el vientre materno, y continúa hasta el final de los días. No depende de los otros, no de la pura satisfacción de los placeres, no es solamente entretenimiento y distracción sino manejo responsable que cada uno hace a base de proyectos que conducen a construir una existencia significativa para uno mismo y para los otros.

Para aclarar la confusión reinante sobre qué es ser feliz, Martín Seligman habla de la vida placentera que se encuentra dándose todo tipo de placeres y que es inferior –dice– a una buena vida, que deriva del cultivo de las auténticas fortalezas, talento, vocación, habilidades, desde la que se puede ascender a una vida significativa, más alta, que viven quienes se apegan a actos que trascienden lo propio, seres desbordantes de logros que pueden ofrecer a los demás.

Este estado produce una sensación de fluir y de conformidad con la propia existencia.

En cuanto a este nuevo interés que pone como objeto de estudio a la felicidad, podemos decir que en tiempos pasados la posibilidad de obtenerla quedaba postergada para la otra vida, era el premio que se esperaba, o no, tras la muerte y según lo merecido.

La triplicación de los años de vida humana en los países más desarrollados, desde hace unos 200 años, ha cambiado completamente algunas ideas que obligaban a que el ser humano, en los pocos años que estaba en la tierra, estuviera dedicado absolutamente a su tarea de sobrevivir y continuarse a través de la reproducción.

Eduardo Punset dice al respecto: "Súbitamente, la especie humana dispone ahora de 40 años adicionales después de haber cumplido las tareas reproductoras. El futuro ha dejado de ser monopolio de la juventud por primera vez en la historia de la evolución y los seres humanos tenemos futuro aquí y ahora, lo que significa que podemos mejorar ese futuro porque las ciencias están dedicadas a esa tarea."

Punset llama etapa de "mantenimiento" a los años que se han sumado a la existencia, que son más cuanto más desarrollado sea el país, lo que permite a cada ciudadano cuidar más su salud física y psíquica. Explica este autor, además, que ahora, más que nunca, se pone énfasis en la calidad de la existencia. Además, la profundización del conocimiento permite poner a disposición de la gente más medicamentos, lo que sumado a un actuar más consciente permitirá que se viva más tiempo y mejor.

La felicidad, dice la psicología moderna, apunta a algo tan intangible como es apoyarse en una escala de valores, en tanto la infelicidad actual se explica por una inversión excesiva en bienes tangibles, materiales.

Por otra parte y para tener en cuenta, Daniel Gilbert, de Harvard, determina que la felicidad reside en el circuito de la búsqueda. En el camino, en el proyecto, lo que nos lleva a poner la mirada, y disfrutar más el proceso, en ese lanzarnos hacia adelante que cada día convoca nuestra humana acción.

A una vida plena se refiere el escritor Juan Coletti cuando dice en una breve composición llamada "Tanka": "Dichoso aquel / que al final de la vida / puede trazar / el comienzo y el fin de un círculo perfecto".

La felicidad. Posible, cercana, asequible. Conformidad, serenidad, plenitud. ¿Acaso no vale la pena asimilar un tema que nos es esencial?

(*) Educadora. Escritora

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