A falta de educación sexual, la práctica sin riesgos

GLADYS SEPPI FERNÁNDEZ 
La educación sexual en la escuela demanda muchos, quizá demasiados recursos de formación docente, inexistentes hoy. Y esa es una consecuencia natural del hecho de que a casi la totalidad de los adultos nunca se nos revelaron conocimientos que permanecían tapados bajo el pesado bloque del tabú sexual.
Ni padres, ni abuelos se atrevieron a pensar en lo necesario, y más aún bueno y sano, que hubiera sido saber sobre los misterios de la vida, ocultos tras mitificaciones de cigüeñas o repollos y otros cuentos cuya intención era ocultar el tan pecaminoso acto del amor.
Ahora nos asombramos por el cambio de las costumbres que no sólo han desvestido el tabú sino que le han permitido que, salido de sí, se desorbite y vire hacia el punto más extremo, de manera que los adultos quedamos invalidados ante un envalentonamiento incontrolable de lo sexual, que no sólo ha traspuesto sus propias barreras, provocando el generalizado enmudecimiento de los mayores, sino que ha tapado la boca de la antigua autoridad que nada parece poder decir para proteger a los menores del descontrolado destape erótico de hoy.
Opción expeditiva
Las autoridades educativas actuales, sin poder escapar al fracaso de algunos incipientes intentos de impartir la educación sexual, optan por lo más expeditivo: instruir sobre métodos anticonceptivos.
En esa tarea se han puesto hace tiempo los ministerios de Educación que imparten directivas muy claras sobre la utilidad y uso del condón, sobre pastillas y tantas otras maneras de evitar embarazos indeseados y también, por cierto, enfermedades de transmisión sexual, lo que, según estudios recientes, no ha hecho otra cosa más que incentivar la curiosidad adolescente y el deseo de experimentar su sexualidad, liberados de todo compromiso y responsabilidad.
Y ahora, el anticonceptivo inyectable. Nos preguntamos cómo puede operar esta promesa de máxima seguridad anticonceptiva en las mentes púberes y adolescentes, y casi al instante nos respondemos que obrará como un gran estímulo para que la actividad sexual desatada por contagio social crezca más todavía, por fuera del circuito ponderable que establece la ley, tales como ser de condición humilde, no tener obra social o haber padecido un evento ginecológico reciente.
¿No creen ustedes que estas últimas noticias actúan como un poderoso tonificante de la curiosidad natural de los chicos, como un estímulo o aliciente a probar? Puede que sí o que no, pero la obligación adulta es estar atentos.
¿En qué consiste el nuevo método inyectable anticonceptivo?
Los artículos científicos nos informan que los hormonales inyectables como anticonceptivos surgieron, al principio, con un solo componente: un derivado de la progesterona, que se llama progestina. Estos inyectables fueron de aplicación mensual, bimensual o trimestral.
Después de una investigación clínica, se vio que si se le agregaba un segundo componente hormonal, derivado del estrógeno, podía asegurar en la mujer ciclos menstruales más regulares y alta eficacia. Algunos estudios, hechos en América latina, inclusive comparan su efectividad con la esterilización quirúrgica.
Es más práctico respecto de otros tipos de anticonceptivos sujetos a la disciplina de la toma diaria. La píldora es igual de eficaz, pero requiere de una rigurosidad en la administración que a veces se vuelve complicada.
Posibilidades
Bueno es este recurso para aportar a la planificación familiar –es decir, empleado por personas maduras– pero, ¿qué efecto puede producir en la mente de los chicos si es el Estado el que lo recomienda?
¿No sería más directo, efectivo y sobre todo sano impartir, de una buena vez, educación sexual y en forma paralela en la escuela para que el alumno vaya ganando en autorrespeto, responsabilidad y cuidado de su propia vida y la ajena?
¿No sería más razonable, ya que este nuevo tiempo permite a los adultos hablar con franqueza sobre el imponderable significado de la sexualidad, despertar en los chicos admiración, respeto y cuidado por la maravillosa orquestación genital, los procesos de maduración humana tanto corporal como psíquica y sobre todo la obligación que tiene cada ser humano de sumar a la superación de la especie, con la construcción de una personalidad más fuerte, un adecuado desarrollo fundado en la potenciación de las propias capacidades y el talento individual?
¡Cuántos han visto frustrados sus sueños de un futuro mejor, de una carrera, de optimizar sus capacidades para desenvolverse creativamente en un oficio o trabajo, por apresurarse a elegir una mala pareja, encandilados por los placeres sexuales sin madurez ni responsabilidad!
Y ahora volvemos a la novedad de una inyección anticonceptiva.
¿Es eso lo que necesitan los adolescentes? ¿Se dará una adecuada orientación para que los jóvenes sepan que no se trata de un nuevo incentivo para el goce sexual en una edad a la que le falta tiempo para madurar desde lo cerebral y emocional?
La violencia pasional desatada, las frustraciones y el desamparo en que quedan tantos hijos de padres inmaduros, tanta desgracia y depresión y tristeza, debieran alertarnos sobre la necesidad de ofrecer, más que nuevos halagos y facilitadores del placer, indicadores que exalten el valor de la vida y apuntalen la responsabilidad de contribuir al desarrollo y la realización plenos.
Este es un tema a cuya gravedad debieran prestar pronta y fuerte atención las familias y las escuelas.
*Especialista en Educación

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