Orienta el trabajo áulico



A pesar de que el alumno es el gran hacedor, desde su posición  abarcativa y experimentada el docente orienta  y ajusta los mecanismos de  interpretación al significado real  del texto, sugiere ajustes, alienta el cotejo y el debate, aporta al cierre. Corrige errores de la verbalización oral y escrita.
                
Conduce al alumno hacia su  propia metacognición.

Se transforma, en fin, ahora sí, en un feliz guía de la tarea  que deja el protagonismo, la acción, el movimiento a los alumnos, los que acompañan con  los  trazos que hacen sus manos o la computadora, cada  descubrimiento,  y que,  envueltos en la seducción de un nuevo juego,  lo sorprenden pidiendo más para leer.
                      
La  herramienta  que le ofrecemos lo pondrá ante una nueva perspectiva del aprendizaje, la construcción de un andamiaje, al decir de Bruner que permite ayudar al que menos sabe ya que  se trata de:
·      Dejar hacer, confiar, estimular,

·    Transformar el aula en un ámbito realmente democrático donde los chicos, que suelen ser muchos en nuestras aulas, están ocupados, trabajan motivados y con interés y dedicación a la lectura, lo hacen solos aunque se permitan las interconsultas, se sienten  libres de crear  vinculando ideas con los símbolos que inventan  para después exponer sus creaciones en el pizarrón, en sus carpetas, en sus computadoras, si las tuvieren y finalmente comentarlas oralmente y por escrito.

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