A la señora Cristina Fernández de Kirchner, ex presidente de la Nación Argentina


 Más tarde o más temprano, (en el país que usted contribuyó a crear será siempre más tarde), la verdad aparecerá clara ante la vista de los argentinos. Estamos siguiendo, con  empecinado apasionamiento, la terrible novela que usted ha escrito entre borrones y que tanto muestra lo que somos como pueblo, lo que evidencia claramente las fallas que arrastramos y lo que mucho que debemos trabajar para empezar a crecer.
 Usted es el personaje principal, un ser siniestro que se metió en el centro del escenario, el del país, el que le permitieron los millones de voluntades que la eligieron y que demuestran cuán emocionales somos, cuán escasa capacidad de ver en profundidad, de reflexionar,  tenemos.
 Usted nos deja sin descanso, señora, la respiración contenida, las expectativas agitadas. Así fue mientras gobernaba, improvisadamente la Nación, así continúa siendo hoy cuando se siguen escribiendo los últimos capítulos de su lamentable paso por el gobierno de los argentinos.
 Por usted seguimos pasando horas de terrible indignación, de sueños perdidos, de inimaginables búsquedas.
 ¿Y qué buscamos? ¿Y qué deseamos tan fervientemente? Que la verdad salga a la luz, que pase de la oscuridad ya instalada en que se la mantiene, merced a sus malas artes, a su capacidad de mentir extrema. Necesitamos que la verdad cruce ese zaguán oscuro en que se la denigra, que conozca la luz del día.
 Eso esperamos. Y mucho más: intuimos como pueblo que en tanto sus inmensos y graves delitos se mantengan impunes no habrá paz para el pueblo argentino. En cuanto no sea la justicia lo debidamente justa, la verdad quedará flotando asfixiada en el fango de los más mezquinos intereses y de esa manera se nublará la posibilidad de encontrarnos con lo que, como país, podríamos llegar a ser.
 Podemos llegar a ser un gran país, señora, para bien de cada argentino, para despegue de cada talento, de cada capacidad pero usted mantiene confundida a demasiada gente. ¡Les ha dado tanto sin que hagan nada para merecerlo! ¿Y qué puede endulzar y debilitar más la voluntad de ser, de trabajar de aportar que el engañoso regalo del facilismo sin pedir ninguna obligación? ¿Qué puede corromper más las capacidades innatas que el enviciamiento del dolce far niente?

 Tenemos que reconocer que usted supo hacerlo. Imbuida por una delirante astucia y una capacidad de ir por todo el mal cueste lo que cueste, ha sumido al país en una guerra terrible entre los que la siguieron y en esa medida recibieron y los que, con la voluntad intacta, pudieron ponerse a suficiente distancia para poder observar, con objetividad, el tamaño del  vicio que Ud, derramaba, anulando lo que tan necesario es al crecimiento: el trabajo genuino.
 De esa manera pudo actuar sin tantos censores, con adhesiones que permitieron su defraudación al Estado argentino.
 La gruesa red tejida maliciosamente alrededor de lo que ha sucedido en este país, lo denigrante y sucio de lo acontecido, lo increíble pareciera, (y ojalá sólo sea un parecer),  que va a quedar en la total oscuridad. La verdad se debate hoy en un lodo espeso que usted sabe revolver con increíble oportunismo y malicia. Usted sabe escurrirse como la más temible sierpe venenosa, sabiendo, y es así, que ya ha inoculado su veneno en demasiada gente que confunde la dimensión y valor de los bienes recibidos con la de las dignidades perdidas.
 Fíjese: ayer no más, en un programa de TV, en varios,  en que se mostraban las propiedades rescatadas de lo robado por  su cómplice, Lázaro Báez, ¡un verdadero escándalo!,  apareció la que fue su casa durante los primeros años del gobierno Kirchner. Su casa, una propiedad valiosa e importante, era una más de lo que está en manos de Báez.     Nos preguntamos: ¿cómo? ¿Por qué?  ¿No es ésta una prueba irrefutable de que los Kirchner y Báez han conformado una temible unidad? Lo suyo es lo de él. ¿Tendrá en cuenta el juez esta evidencia para declararla a usted, como ya la declara la mayoría del pueblo,  vinculada estrechamente, cuando no autora intelectual del evidente despojo de la cosa pública?  Su desalmada alma de ladrona se pone en evidencia cada vez más.
 Casas abandonadas, propiedades de a cientos, cuando hay tantos que por esa mala distribución no tienen un techo bajo el cual guarecerse de las terribles inclemencias invernales. ¡Para que usted, señora capricho, tire por todas partes bienes que, finalmente son de todos!
 No sabemos, no entendemos aún cómo puede haber una parte reducida del pueblo que aún la defiende.

 ¡No lo entendemos! Quizás todo se reduzca  a una sola palabra: dinero: Usted, compró miles de almas apegadas al facilismo, a lo inmediato, a lo del ya, y así defraudó, con la complicidad de voluntades, silencios,  y hasta simpatías, pagando con moneda sonante, con billetes, con los mismos que la enriquecieron y le permitieron tener posesiones multimillonarias “para hacer política”.
 Ojalá, señora, la justicia actúe con independencia, se despoje de mal entendidas lealtades y se sepa totalmente sobre sus manejos escandalosos, sobre cómo actuaba la gavilla que comandaba. Lo necesitamos urgentemente, señora, para que el país deje de temblar y recupere su capacidad de ser.

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