Comprensión lectora de "Ajedrez" - Jorge Luis Borges

AJEDREZ- JORGE LUIS BORGES

    Aplicamos el método Seppi de comprensión lectora por la creación de ideografismos en el poema “AJEDREZ” de Jorge Luis Borges.
Presentamos una representación modelo con la intención de que el lector, docente o alumno, relacione el  contenido e ideografismos que intentan captar una macrovisión.


I                                                      II
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
     Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que en un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
Cuando los jugadores ya se han ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
En el oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios, detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
                                                                                                                                        

    Borges siempre nos asombra insertando  su preocupación metafísica, su macrovisión  en el ámbito de lo cotidiano.
    Tal vez podamos ayudarte a entender en su esencia los dos sonetos en que se configura  Ajedrez  con representaciones ideográficas que podrás  rebatir, mejorar y representar con tu particular manera de ver ya que, a diferencia de los jugadores de Borges, vos, lector, sí, sos dueño de mover las piezas.


SONETO I
PASOS:

·     Después de acercarnos al texto y al autor, pasamos a separar cada soneto en apartados, cada uno de los cuales puede ser representado por un cuadro, como si tuviéramos al frente una pantalla.    



·     Ubicamos al narrador frente a lo observado: Omnisciente (arriba del cuadro), equisciente (al costado), Testigo, (dentro del cuadro), protagonista (en el centro del cuadro. Utilizamos la letra N o B ( de Borges)o la que elija el lector.

                                                N


   



                         En este caso Narrador omnisciente.

·     Separamos en apartados, (como las secuencias de una película), ubicamos en cada uno al narrador (N) y ubicamos con signos simples las presencias de personajes y elementos observados:

             N                                                                                 N                                                                 
 




      

 Dos apartados:
  El 1 formado por las dos primeras estrofas:
  El narrador omnisciente, arriba del cuadro observa el juego de dos ajedrecistas en un tablero en que oponen dos colores, para pasar al describir las formas y significado  de cada pieza en la segunda estrofa.

   El 2 formado por la tercera y cuarta:

   Presenta el desplazamiento del narrador que traslada el ejemplo del juego de ajedrez a las guerras que se encienden en el mundo entre colores opuestos.

SEGUNDO SONETO:


                               


    


HE AQUÍ NUESTRA REPRESENTACIÓN
SOBRE EL TEMA CENTRAL




                                                   
Que te invitamos a explicar por tu cuenta.

Y QUE NOSOTROS EXPLICAMOS ASÍ…

    En estos dos sonetos Borges despliega una cadena de dependencias referidas al juego de ajedrez: las piezas, de los jugadores; los jugadores de Dios, Dios de otro dios…lo que le permite llevar al lector desde un ámbito estrecho, un tablero de ajedrez,  a uno tan amplio y vasto como el mundo, el tiempo y la misma vida.
     Los sonetos cobran así un carácter filosófico que destaca la fugacidad del tiempo, la irremediable desaparición de los jugadores, la permanencia de las guerras.
  Ubicado en la posición de narrador omnisciente, (B) el narrador se adueña de una macrovisión que le permite observar la multiplicación de las guerras humanas.
   Inicia y detiene su primera observación en los jugadores que compiten representando a colores contrarios, en que las piezas del juego tienen su significado particular. Desde el juego Borges se eleva a la idea cósmica de que más arriba de los jugadores y moviéndolos a voluntad, está Dios. Sin embargo en el segundo soneto nos sorprende con la idea formulada como una pregunta y la sugerencia de que otro dios (esta vez con minúscula) detrás del Dios mayúsculo que nos ha dado cada religión, lo mueve también como a una pieza sin que sepamos quién comienza la trama, que es infinita, un juego que como el del ajedrez permanecerá más allá de sus circunstanciales protagonistas a los que los consumirá el polvo.
    En estos maravillosos sonetos  Borges cuestiona el libre albedrío humano y aún el divino.
   
                                     DESARROLLO

   Para desarrollar su idea central el autor utiliza la metáfora del juego de ajedrez que se transforma en una alegoría de la vida, de las guerras humanas y las batallas entre campos contrarios.
    Los jugadores sostienen una guerra moviendo las piezas entre dos colores enemigos: el blanco y el negro, ambos en igualdad de condiciones para triunfar y dependientes de la habilidad de los jugadores.
   En la primera parte los jugadores mueven las lentas piezas de ajedrez que  son descriptas minuciosamente, manifestando su particular identidad y función.
   Sin embargo los jugadores son  los dueños de su destino, si bien,  el narrador observa que con el paso del tiempo ellos mismos serán consumidos mientras el juego persistirá y seguirá repitiéndose en otras guerras porque la vida es una continua guerra y toda guerra es un juego de ajedrez.
    En el segundo soneto  los jugadores oponen  las piezas  en “ lo negro   y lo blanco del camino”,  aludiendo a  su forma y su personalidad y  su misión pero que, sin embargo,  son sujetos pacientes de la batalla que libran los hombres.
    La expresión  “no saben” habla de la incapacidad de moverse por sí mismas ya que es el jugador  es el que mueve su destino.  Finalmente, en una inesperada escalada y ascendiendo en su cosmovisión  Borges habla del Dios que, a la vez,  maneja el   destino de los hombres.
    La pregunta final: “¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza”?  amplía  la mirada poética hacia un campo infinito, revelando el agnosticismo borgiano y su idea de la fugacidad de la vida humana.
     Ajedrez" incorpora la reflexión metafísica en el ámbito de la cotidianidad. Los más pequeños detalles de una partida de ajedrez permiten hablar del tiempo y también de la eternidad. Borges finaliza  con una interrogación  al lector, abriendo la mirada a un abanico de posibilidades significativas.


      Con respecto a cada pieza Borges  les confiere "habilidades" que nos hacen recordar las estrategias del juego: los peones son agresivos cuando comienza la partida, la reina es "armada" porque sus movimientos son muy poderosos, el caballo es ligero porque es la única pieza capaz de "saltar a otras" y el rey es postrero por el hecho de que es casi siempre la última pieza en moverse, también viene dado por el hecho de que es la pieza principal, que, en una partida equilibrada, es la única que puede sobrevivir sobre las otras.

   Esta parte del soneto hace referencia a las características del juego que  posee "variaciones y estrategias infinitas" y que cualquier juego (como cualquier situación de la vida) es complejo y profundo.


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