VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS

Gustavo Adolfo Bécquer

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.


Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
Tu hermosura y mi dicha al contemplar
Aquellas que aprendieron nuestros nombres,
¡Ésas, no volverán!


Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín los muros a escalar
Y otra vez a la tarde aún más hermosas
Sus flores se abrirán.

Pero aquéllas cuajadas de rocío,
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer como lágrimas del día,
¡Ésas, no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
Las palabras ardientes a sonar,
Tu corazón de tu profundo sueño
Tal vez despertará.

Pero mudo, y absorto, y de rodillas,
Como se adora a Dios ante su altar,
Como yo te he querido, desengáñate,
¡Así no te querrán¡



Si pudiéramos observar una clase de interpretación a través de la creación de ideografismos de este texto —recitado por las generaciones que nos precedieron, y que seguramente seguirá por los siglos—, veríamos:

Los alumnos, unos frente al pizarrón, otros en sus pupitres, autónomos y participativos, y entre múltiples propuestas que cada uno pasa a explicar van acercándose a la más ajustada interpretación, búsqueda en la que participan todos, en actitudes de consulta y cooperación y con la guía de la docente que hace preguntas inferenciales y deductivas.
Es importante hablar del contexto histórico, de Bécquer, del romanticismo, de la exaltación del «yo».
También se hace necesario aclarar por qué se lee todavía a Bécquer, su resonancia permanente en los sentimientos humanos, su indudable permanencia.
Los chicos se sumergen en el texto, lapicera en mano, hoja en blanco llamando a ser llenada.
Marcan apartados, hacen cuadros, buscan al narrador, lo ubican, señalan elementos, personajes, crean símbolos para representarlos y van a las acciones. Se consultan « ¿cómo representarías « volverán»?, « lo tengo, del pasado al presente», no, sí. Cotejan, borran.

Al fin, se eligen algunas representaciones, (todas tienen el sello particular del creador) y todas y cada una deberán ser respetadas y servirán de apoyo a la corrección de errores.
El argumento de cada apartado queda elaborado en las carpetas.
Es un trabajo personal pero la rima se lee y relee para todos, después de seleccionar alguna representación que servirá de guía:


 Elegimos una visualización que ha destacado lo temporal —pasado, presente— utilizando un desplazamiento de los cuadros y flechas. Pertenece a Silvia Muñoz y es la que sigue:

     

Silvia M. Tuvo la idea de fundir los seis apartados en tres, que explicó segura de aportar un hallazgo:

«En la primera secuencia, que abarca las dos primeras estrofas, el narrador,( N) omnisciente, ubicado en el presente, habla del regreso cíclico de las golondrinas, pero deja retenidas en un tiempo pasado (TP) un grupo (        ) que se relacionaron con su amor.
Ese esquema se repite en  tercera y cuarta estrofa y quinta y sexta, en que, mediante los ejemplos anteriores habla del amor que ella y su amada tuvieron.)


En el segundo momento —tercera y cuarta estrofa— el narrador que permanece en su posición de narrador omnisciente (N), escoge las madreselvas (     ) para hablar de su periódico regreso
a escalar las tapias, pero retiene en el TP tiempo pasado  a las que ellos contemplaban.

                    



Y ya en el tercer apartado, Bécquer, pasando a la posición de protagonista, ubicándose en el centro del cuadro, admite la posibilidad de que vuelva el amor para ella, pero no tendrá la dimensión el amor que él te profesó.
Las palabras finales resumen todo el tema:

«Como yo te he querido, desengáñate, ¡Así, no te querrán!»

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A todos nos parece acertada y muy creativa la representación de Ariana, sin ebargo en cada uno surgen diferentes recursos de representación, que la iaginación y la coputadora nos ofrecen inagotables.
  La explicación de Silvia  surgió fluida, segura.
    Las imágenes visuales la guiaban. Ella relaciona cada apartado con lo creado, los signos apoyan su explicación.

Y así un texto de difícil definición, aunque de fácil degustación, queda claramente interpretado. 
Entre la participación de otros alumnos y los «¿Lo puedo decir yo? «, que proclaman la certidumbre de haber llegado a entender y vivenciar, el tema o intención becqueriano se hace claro:

«El autor admite la repetición del pájaro, la repetición de la flor. Todo volverá porque la naturaleza de las cosas así lo exige.
También volverá el amor. Pero no será tan intenso como ha sido el suyo por la amada.»


Y así queda a la vista una representación que actúa como ejemplo de cuánto puede hacerse para penetrar la estructura, el plan de composición, eso que hace a la macro estructura textual de un poema perfecto.
Y los alumnos pueden reflexionar más profundamente y aún observar:

Allí, en las representaciones de tantos, pero sobre todo en la lograda por Silvia se ven los tres momentos paralelamente construidos, y tan paralelos que comienzan con el mismo efecto sonoro, un campanazo que provoca el « volverán», y tan simétricamente colocados, que parecen quebrarse al medio con el sentido adversativo del conector « pero», para concluir en los acordes finales con el vibrante:
 « ¡No volverán! «, « ¡No te querrán! «.

Un mundo íntimo simbólicamente representado
En el que los recursos expresivos se hacen visibles:

Imágenes visuales —sustantivos concretos— golondrinas, madreselvas, una acción cíclica, un juego en la temporalidad verbal del futuro al pasado (TP) (TP), y el hipérbaton alcanzando el ritmo con su retorcimiento sintáctico («de tu balcón sus nidos a colgar», «En tu jardín los muros a escalar»), hacen la maravillosa sonoridad de estos versos eternos.

Los conectores quedan al desnudo.
Sobre todo «pero» que prepara la negación.

El juicio valorativo se asoma en los ojos brillantes de los adolescentes, en su vibrante admiración, en su asombro renacido.
«¡Sí! ¡Es una preciosa poesía! ¡Es sublime! ¡Es extraordinariamente musical! ¡Y dice tanto!
¡Cuánto pueden decir los poetas! ¡Cuánto alcance tienen las palabras que pueden transitar, por su belleza, tantos siglos!»
Y qué magnífica la estructuración acompañada por una métrica en que los endecasílabos terminan cediéndole su longitud a los heptasílabos.

En cuanto a la transferencia a la vida personal uno de los chicos habla de una nueva vibración, un nacido respeto por los poetas, una saludable admiración por quienes trabajan con las palabras y el deseo de amar como amaron aquellos románticos del siglo XIX. 

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