La escuela privada y pública

Se habla mucho en estos días sobre la escuela pública y la privada, la del pasado y la del presente.
¡Inútil e imposible comparación! ¡Tanto ha cambiado la vida de los hombres! ¡tanto la de los argentinos!
La escuela de hace unas décadas respondía a la filosofía del trabajo y el esfuerzo; la de hoy, al facilismo y al acomodo, y, lo más grave, la del todo vale.
La sociedad de ayer consideraba el estudio, el certificado ganado como bachiller o profesional un importantísimo medio de movilidad social y económica; hoy se descree de este valor porque son demasiados los vivillos, que mal preparados, casi analfabetos, han ascendido a altos puestos mediando su habilidad, su arremetimiento, osadía y temeridad.
Hoy reina la filosofía del hedonismo, todo debe ser placentero, y fácil, y a corto plazo, y en ese vertiginoso y ciego andar de las décadas se han dejado atrás los valores. La honestidad, por ejemplo, es difícil de encontrar, la dignidad, anda arrodillada, y la verdad, apabullada por el peso de la mentira, apenas se atreve a aparecer.
De allí que la escuela del pasado, de hace unas décadas sea muy diferente por la razón de que los agentes son diferentes.
En cuanto a la escuela pública y privada de hoy, ¡cuán distintas! Los docentes de las escuela públicas, han sido sobre pasados, superados por alumnos que llegan, en su mayoría, hoy, de hogares desaprensivos, escasos de tiempo y dedicación para orientar y formar a sus hijos, padres que sólo piden aprobados y no calidad, autoridades que quedan enredados por una burocracia que nos les permite ver lo que pasa en las aulas.
A tanta sobrecarga y como reacción natural bajaron los brazos y apagaron las llamas del entusiasmo.
La escuela, convertida en refugio, donde todos debían aprobar y pasar, ha debido contener a alumnos desorientados, carentes de formación de hábitos básicos como son saludar, respetar al mayor, trabajar disciplinada, ordenadamente siguiendo directivas del que más sabe.
Los alumnos, lanzados a la vida sin los frenos que urge su edad de formación, sin respeto por nada ni nadie, alentados por una televisión mediocrizante y envalentonados por su conocimiento natural del manejo de las nuevas herramientas tecnológicas y la filosofía del todo vale reinante, sin premios ni castigos, han hecho de la escuela, sobre todo de la pública una campo de batalla. ¿Qué docente resiste?
Por todo esto y por lo que el especialista en educación Jaim Etcheverry advierte como rasgo distintivo de una y otra escuela, la mayoría de los alumnos de las escuelas privadas provienen mayoritariamente de hogares que valorizan el conocimiento, y más aún, las exigencias de una educación de más calidad.

creemos que es necesario analizar profundamente estas diferencias para actuar en consecuencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario