Por todo, ¡y por todos!

       

   En medio de su temerario y omnipotente mandato lo prometió: "VAMOS A IR POR TODO" y puso toda su capacidad creativa en cumplir: fue por todo y no hay resquicio, un rincón del territorio nacional donde no surjan a cada momento las muestras de sus arrebatos, el vacío de los despojos que dejó.
     Lo que todavía no se alcanza a visualizar y por ello a comprender, es que ese ir por todo  se ha trocado, una vez logrado, en un despiadado ir por todos. Y ese plural nos involucra.
    Muy poco importó, muy poco se entendió que ir por todo es ir por el país, adueñarse de sus riquezas, del pródigo  y tentador aflorar de billetes de su tierra generosa y fue y sigue siendo tan fuerte su impacto  que todavía quedan algunos, pocos, los menos, que llegan hasta este momento cargados de una irrefrenable y ciega pasión que los lleva a negar lo evidente: por todos lados y en todo tiempo aparecen testimonios, evidencias muestras palpables de un saqueo total. No hay lugar del territorio nacional adonde no haya llegado la mano del despojo.    
    ¡No lo podemos creer. No es verdad! exclaman todavía algunos, ya pocos, ya menos, pero existentes, al fin, y peligrosos. “Lo está inventando la prensa, es una malintencionada conjura”, siguen pensando muchos, incapaces de aceptar que se equivocaron, que fueron engañados por la astucia, por palabras altisonantes  que envolvieron con ruidoso papel  celofán significados vacíos, una realidad inventada y engañosa. Lo cierto es que lo que se devela es que tan impúdico accionar fue desbaratando los valores que hacen a la dignidad humana, a la de cada argentino, a la fortaleza de la República.
      Sin embargo, cada vez somos más los que creemos que los valores unen, que la verdad, y la justicia, son el único garante de una nación.
    Es cierto que cada vez son menos los que se resisten a aceptar la verdad de lo actuado tan francamente contrastante con lo declamado. Son pocos, pero peligrosos.
   Decimos peligrosos porque nada puede serlo más que el actuar a ciegas caiga quien caiga y muera quien muera. ¿No estamos asistiendo, acaso,  al extremoso accionar del terrorismo que mata sin saber a quién con tal de impactar, sembrar el terror y el odio?
    Nada más peligroso que una accionar a ciegas, sin razón, sin intentar siquiera dilucidar qué es lo más conveniente al orden y al verdadero progreso humano.
   Pues ahora y en la Argentina asistimos a acciones donde la razón no entra. Nada pareciera poder detenerlos. "La vida por vos", gritó alguno y los demás se plegaron porque actúan por contagio emocional e irreflexivo. Están poseídos por un fanatismo agresivo, se contagian, se enfervorizan. Y nada más peligroso que el hombre que pierde el sentido, que todo lo justifica y que está dispuesto a generar desorden y hasta una guerra civil, si es necesario, para salvarse.
    En tanto, con lamentables errores, pero poniendo el bien de la República por delante, se está intentando juntar pedazos y hacer de nuestro país una democracia en serio, donde exista  y sea firme la división de poderes, donde ningún poder avasalle y anule a los demás utilizando los espúreos  beneficios del dinero, mientras la mayoría de los argentinos apuesta fervientemente al reencausamiento del país, al orden, una militancia enceguecida por la amenaza de perder lo ganado en mala ley, es decir, en defensa de sus propios intereses sigue empecinadamente el mandato inicial: ir por todo.
    IR POR TODOS.
No interesa quién caiga, no interesa qué pueda suceder después, ni quien pueda arreglar los destrozos. Hablan de bombas, de injusticia.  Entendemos que tienen mucho que defender: lo tuvieron todo y lo han perdido todo: sueldos increíbles, poder, enriquecimientos posibles, repartos y están a un paso de perder lo que saquearon y hasta su libertad. Dejaron el país en rojo tinto .
      Los episodios que tuvieron como epicentro a Hebe de Bonafini en estos últimos días ejemplifica claramente lo que decimos: el blindaje que le ofreció la militancia conformada por diputados de la nación, que despreciando la obligación de sus cargos, la acompañaron y defendieron su postura , es una advertencia que el pueblo y las autoridades debe leer e interpretar.
     “”Hicimos una pirueta y dejamos pagando a la policía” dijo Hebe. ¿Rebeldía? Desobediencia a la ley o desprecio a las instituciones?
    “Hebe, como cualquier ciudadano común puede hacer lo que se le cante”, expresó una ciudadana en Twitter. ¿A tal punto ha llegado el desprecio por la constitución y la ley que se incita a la desobediencia, al desorden, al caos?
    “Hebe es intocable”, gritó un adolescente apasionado. ¿Acaso estamos educando para hacer irresponsablemente, disponer de los dineros públicos fraudulentamente y no dar cuenta de nuestros actos?

     ¿Qué puede interesarles el bien común, los otros, la salud del país, la construcción de la República, si en ello se juega su propia libertad y disfrute de tanto saqueado?

A los demás, a los que no estuvimos ni estamos en el círculo, la situación nos obliga como nunca. Estamos en el límite. TODOS puede ser uno de nosotros, un hijo, un nieto, un amigo, un conciudadano. En cada uno está el resguardo. Estemos atentos porque es nuestra obligación vital. La historia ya nos mostró qué dejó ATILA tras su paso cuando iban tantos galopando fieramente a su lado.

                                   Gladys Seppi Fernández.

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